Mañana, día 1, hará un año que
falleciste, tita monja; un año ya que te encontramos muerta y sin ojos
en tu pisillo de seglar, con las tetas al aire, tan pipotudas, tan
mantecosas, y el rosario colgado en la misma alcayata donde se te
curaban los chorizos y la gula que te mandaban del pueblo las gentes
agradecidas y feísimas a las que curaste con tu saliva milagrosa. Te
fuiste con los santos tan ciega como viviste, amor mío, llena de Dios
verdadero hasta en las babas que ya no podías controlar y que te
devolvían a una infancia catastrófica de reglamentos y palmotazos en el
chocho. Siempre supiste, mi vida, que el Cielo estaba en la tapa del
ataúd que nos techa, y aún así te consagraste a las rosquillas piadosas,
a las manitas juntas y a mi desamor, tita monja, tan bonita. Un año ya.
Guardé tu dentadura y tus aromas en vidrios sagrados, ¿lo sabes?, y
dejé como la patena la región cerebral que, a modo de bodega
reverberante, reservé para tu voz de chiquilla anciana. Y aquí sigo,
tita, tita monja. Suspirándote en Difuntos, corazón.
Qué bueno eres, cacho cabrón ;)
ResponderEliminarAhora a demostrar que no soy un robot...