Ha
dicho la alcaldesa de Cádiz que mucha gente que pide ayudas públicas
para comer tiene cuenta de Twitter. "Eso cuesta dinero, ¿no?", ha
preguntado. No voy a entrar en lo facilón y demagógico del hambre (ay,
ay, ay, pobreticos), tampoco en que efectivamente hay "profesionales" de
las ayudas públicas (el pueblo no es un ente limpísimo, qué va, el
pueblo es el que ensucia las paredes y luego protesta
porque no las limpian). En lo que sí voy a entrar es en que la
alcaldesa Teófila identifique Internet con un lujo (y de los caros) y
piense que, quien pasa hambre, no puede tener una cuenta en Twitter: que
ha de estar mano sobre mano, llorandico, o lanzando dentelladas a las
moscas para alimentarse. Ceporra la tía. Lo mismo para ella el mando a
distancia es una varita mágica que transforma las imágenes de la
televisión a la que los pobres no tienen derecho. Que se levanten y le den
al botón.
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