Los partidos políticos españoles mayoritarios (mayoritarios por la fullería de Ley Electoral que los ampara, o sea mayoritarios en porquerías y latrocinios, en gachonazos a los que el servicio público les importa una mierda pinchada en un palo) han conseguido de nosotros, los votantes idiotizados, el más pueril y -por pueril- valioso enfrentamiento: yo del PSOE, tú del PP, aquellos de IU. Lo cual viene a ser exactamente igual que: yo del Madrid, tú del Barça, aquellos del Atlético; yo de Angelina Jolie, tú de Scarlett Johansson, aquellos de Natalie Portman; yo de la tortilla de patatas con cebolla, tú de la tortilla de patatas sin cebolla, aquellos no pueden ni oler la tortilla de patatas y son del pisto manchego. Etcétera. Esto, ya digo, a los políticos les viene de cojones, siempre y cuando el imbécil del PP, el gilipollas de Scarlett Johansson y el cipotón sin cebolla sean leales a sus pollás el día de las elecciones. Te agitan la banderica y te emocionas como una abuela. Lo de la convicción profunda y la ideología fundamentada ya no se lleva, ¿para qué, si la corrupción tarda en quitarlas de enmedio lo que Juancarlitos un paquidermo despistadillo? Particularmente, a mí se me suben los demonios y se me bajan las compasiones cuando oigo a esos mazacotes abotargados proclamar: "Yo soy del PSOE porque a mi abuelo lo mataron los fascistas" o "Yo soy del PP porque a un tío mío cura lo mataron los rojos", entre otras cosas porque a mí tu abuelo y tu tío me soplan mucho la polla, so mandria. Y porque así nos va. Mejor dicho: así nos llevan. Se ríen en nuestra puta cara, pero en las urnas se lo seguimos agradeciendo.
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